Esto puede generar cierto desconcierto en uno mismo y los demás, de pronto ya no tenemos ganas de ser tan buenos, tan tolerantes, tan incondicionales.
Y es que no teniendo el pucho que tape y anestesie nuestros límites, no tenemos más que reconocerlos, registrarlos y hacer algo al respecto. Tal vez se trate sólo de poder decir, “ lo siento pero en este momento no puedo ayudarte” cuando antes podíamos escuchar a alguien al teléfono durantes horas enteras.
No es que uno se transforme en un ser antisocial y egoísta, seguramente antes también uno hubiera preferido terminar la conversación mucho antes, pero el cigarrillo nos “permitía” sostener más, claro que a un costo bastante alto.
Tal vez se trate de empezar a poder pedir que nosotros también necesitamos ser oídos y no ser siempre los fuertes, los autosuficientes, los que escuchamos.
Y también podemos descubrir que a los demás les gusta cambiar un poco los papeles y que,después de todo no es tan grave ser humano.
1 comentarios:
Hola, gracias por tu visita, igual de bonito e interesante tu blog,recibe un energético saludo desde mi rincon
Publicar un comentario